
Actualmente, en Colombia hay 10,64 millones de campesinos, el 26,3 % de la población. Sin embargo, el 60 % carece de títulos de propiedad y el 0,4 % de las fincas ocupa el 67,6 % de la tierra productiva.
En 2023, el gobierno propuso una reforma agraria que prometía a los campesinos 1,5 millones de hectáreas para 2026. A marzo de 2025, 1 millón de hectáreas de tierra estaban en proceso de redistribución; según sus propias declaraciones, la reforma avanza lentamente.

En 2024, Colombia adoptó su primera política de Agroecología, sentando las bases para una transición agrícola que se aleja de la agricultura extractiva a gran escala hacia un modelo que prioriza los sistemas agrícolas a pequeña escala. Los mecanismos para fortalecer la agricultura familiar, tal como la practican los campesinos, los pueblos indígenas, las comunidades negras, afrodescendientes, raizales, palenqueras y otras, son cruciales para el éxito de esta iniciativa.

La iniciativa del gobierno para abordar la crisis climática es ambiciosa y de gran alcance, y su enfoque en proyectos ambientales impulsados por la comunidad es loable. Sin embargo, para lograr una transición energética justa, se necesita un enfoque más basado en los derechos: uno que reconozca el papel y los derechos de las comunidades rurales como guardianas y defensoras de la naturaleza.